La clásica de las bodegas de cerveza de Baviera

La Kellerbier de Löwentrunk es un poco oscura y convence en primer lugar por su elegancia y sus discretos aromas de malta oscura. Ecos finamente tejidos de dulzura de malta tostada y un uso audaz del lúpulo hacen que se conforme un panorama de sabores muy equilibrado.

Ya en la nariz se manifiesta la armonía de la dulzura afrutada de la malta, equilibrada gratamente por el delicado amargor del lúpulo aromático. Su equilibrio se prolonga en el paladar. Su sabor se caracteriza sobre todo por la propia malta que destaca con claridad y precisión así como el delicado amargor del lúpulo aromático. La Kellerbier refleja claramente su carácter tradicional como una cerveza más robusta y oscura sin que dominen en exceso elementos individuales del gusto. Una variedad elegante entre las cervezas de bodega de Franconia que seduce sobre todo por la complejidad de sus aromas y la riqueza de sus matices.

Un cremoso popurrí de frutas de burbujeante frescura

Claras notas afrutadas a plátano, albaricoques y melocotones maduros despliegan en la nariz un carrusel de complejos aromas que, junto con su delicada frescura, transmiten una encantadora elegancia. También el trigo se manifiesta en el paladar primero con un fresco vigor que gana más adelante una enorme complejidad gracias al diferenciado popurrí afrutado sin ningún amargor.

Finas notas de levadura apoyan el desarrollo diferenciado del sabor. Frescura y cremosidad le dan a la cerveza en el postgusto un equilibrio armónico.

La alternativa de Baviera para los amantes de las pils

La Landbier transmite ya en la nariz unos aromas complejos acentuados de lúpulo. Diferenciados y sin ningún amargor se revelan notas a aromas de flores, hierbas frescas y flores de prado de primavera. Una delicada dulzura de frutas suaviza agradablemente los complejos aromas del lúpulo.

En el paladar se manifiestan inmediatamente unos aromas claros, definidos y elegantes de notas del lúpulo que le otorgan a la cerveza su delicada frescura. Su carácter cremoso y con cuerpo lo obtiene la Landbier del fuerte sabor propio de la malta pero que nunca cubre los complejos aromas del lúpulo sino que los enriquece con nuevas facetas. Igualmente, el postgusto cremoso y maltoso está acompañado por un fino y largo amargor lupulado.